jueves, 7 de mayo de 2020

LA DOCENCIA EN TIEMPOS DE COVID-19


 Medico Torres Daniela

Este 2020, la humanidad fue atravesada por uno de los acontecimientos más impactantes de los últimos tiempos, una pandemia. Esto nos afectó y nos afecta en todo sentido, ya sea en la salud, la economía, lo político (cada país ha tomado sus medidas al seguir las directivas de sus propios presidentes). También en lo educativo, hubo grandes cambios, ya que la escuela pasó de lo presencial a lo virtual. Esto significó una gran adaptación, no solo de los docentes, sino también por parte de los alumnos, quienes, debemos reconocer, no conocían esta forma de trabajar.

 En este sentido, en Argentina y demás países seguramente, tuvimos que aplicar una de las exigencias educativas de Paulo Freire (“Pedagogía de la autonomía”, 2008), la del buen juicio. Con esto me refiero a, que, como docentes, tuvimos que evaluar nuestra práctica, tomar decisiones con respecto a la forma de hacer escuela. Además, que debimos tener muy en cuenta las condiciones sociales y económicas en las que viven nuestros alumnos. No creer que por enviar tarea, ellos la van a realizar tan fácilmente; una, porque no estamos a su lado para ser mediadores de los contenidos; otra, porque cada uno atraviesa una situación diferente, como falta de recursos tecnológicos, no tienen dinero suficiente para el día a día, entre otras muchas cosas que la vida nos pone por delante. Entonces, tuvimos y tenemos que ser críticos de las realidades de cada institución y de su comunidad.

Frente a esto, tuvimos que ser tolerantes, ya que los medios de comunicación estaban mostrando noticias como “no hay clases” como si los educadores estuviéramos de vacaciones.  Aquí exigimos el respeto a la actividad docente, nos manifestamos en las redes en contra de estas ideas mostrando que en la virtualidad seguimos enseñando y que seguimos luchando por nuestros derechos como tal. 

Estamos educando, cada institución con plataformas virtuales diferentes, pero lo hacemos, de manera que lleguemos a nuestros alumnos, con quienes creamos un lazo que nos constituya como escuela. Con algunos más, con otros, menos, pero ahí estamos presentes a través de un mensajito, un video o videollamada. Educamos y los estudiantes se educan en la participación y en el compromiso. El vínculo con el otro nos hace humanos, expresa el papa Bergoglio en su carta “A los educadores” (2006). Un vínculo en el que expresamos amor. Es mediante este sentimiento es que somos ejemplo y ayudamos a crear prácticas posibles y efectivas.

“Educar es un gesto de amor”, una expresión de amor social, cuya empresa nunca será lo suficientemente valorada. Pero aquí estamos y estaremos, invirtiendo nuestro cuerpo y alma en aprender lo nuevo, enfrentarnos a lo incierto, mejorar lo que sabemos y construyendo una educación de la mejor manera posible para seguir siendo escuela.

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